Heme aquí, con dos hermosas semanas por delante para organizar de manera tal que lo único que tenga que hacer durante el día sea rascarme la zona de la entrepierna. Disfrutar de mi propio universo interno será mi prioridad cosa que la tiranía del reloj no me permite hacer normalmente. Claro que esto será entendido de inmediato por gente responsable como una y no ya por pirañas malolientes que después de los 25 años todavía siguen tirando del sueldo de sus progenitores o, y los hay, de sus parejas. Las vacaciones solo son el disfrute de aquellos que saben lo que es trabajar de lunes a viernes 8 horas al día. A eso iba, estas maravillosas dos semanas que comienzan a partir de mañana serán la gloria para mi inteligencia analítica y para mi inagotable sed de descubrimiento. Me lanzaré sedienta por las calles desiertas de la ciudad a encontrar señales, errores, consignas que me mantendrán ocupada día y noche. Me internaré eventualmente en bibliotecas de turno, me olvidaré deliberadamente el reloj en casa uuyyy qué hora será... no sé, qué cagada. leeré a los grandes, Dios! una sed de trascendencia me asfixia. Dos semanas para soñar que mi vida no es como la de los demás. Dos semanas.
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