para algunas mujeres adornarse no es tanto un arte sino una obligacion. tienen alma de hombre, pero son mujeres. luego de una larga semana de trabajo les toca una noche de esparcimiento, entonces es cuando la danza del apareamiento tiene lugar. se disponen a salir, se arreglan, se maquillan, se preparan. el macho espera, inactivo, la senial de la hembra, el gesto, el movimiento, la curva. el comportamiento en los locales de baile es casi casi un documental de la National Geographic, el macho espera, con la copa en la mano, la hembra se contorsiona, ensenia lo que su propia feminidad le proporciona, unas curvas, unos ojos, unos pechos, el macho visualiza el escenario, y analiza posibles apareamientos, busca la mas apta, mira. el alma no tiene sexo dijo alguien alguna vez, pero el cuerpo si. y el cuerpo se adorna, se colorea, se disenia, se prepara para la danza del apareamiento. pero no todas vuelven a casa con la presa entre los dientes.
Los signos de agua me derriten el alma, y el cuerpo. Me penetran hasta el núcleo de mis propias entrañas. Y ellos no lo saben. Los signos de agua me perjudican en mi andar cotidiano, en mis quehaceres diarios, me matan de amor. La estructura de sus cuerpos me es amiga y cercana, sus palabras son bálsamo, sus manos el cielo de mi nombre. Los miro mientras hablan y no puedo creer que sea real, no puedo creer que alguien venga a mi vida sin nadie habérmelo dicho, a explicarme, pausadamente, los pasos a seguir para llegar al cielo de tu nombre. y todo lo que haría por beber de ese cuerpo es más infinito que el vacío de vivir, la piel oscura del amor bendito, dejame mostrarte mi vencidad y no querrás ya mudarte a otra parte. Puedo amarte, si me dejas
