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26.1.07

ATRAPADA PARA SIEMPRE

He sido siempre una negada a la monogamia, me he declarado, cada vez que pude, egorreina de mi misma, de mi propio imperio de palabras, o de la tiranía arbitraria de mis poemas.
He sido siempre única propietaria de mi corazón, de mis huesos y de mi carne. Convirtiéndose por momentos en motivo de mi orgullo callado, y en otros, principio axiomático de mi tristeza, de mis días grises, llenos de tango y odas de diseño.

He sido siempre defensora de la libertad empedernida y ahora me encuentro atrapada en las redes amorosas de un hombre, atrapada para siempre, hasta el final de mis días, porque si la muerte lleva al cuerpo underground las otras cosas que no soy quien para nombrar pero que me juego algo que existen, dónde irán??: vivirán para siempre en cada molécula de mi cerebro, de mi sangre, de mis ríos.
La muerte no existe.
Tenía un novio tanguero, con alma de viejo y fumador de parisiens. Me quería mucho y lo dejé por un sueño, un sueño sin forma ni color. Tomábamos mate durante horas y me hablaba de sus sueños con hormigas que se le metían por todos los orificios de su cuerpo. Un poco me asustaba, pero sonaba cool, lleno de ficción y poesía.
Están las personas que se pierden queriendo buscarse y están las otras que van al banco a pagar la factura del gas.

19.1.07

Juan de Garay

A veces siento que hay gente que le da vergüenza ser argentino. A mí, confiesolo, antes me daba así como un escosor, la evidencia de mi argentinidad, brotando suave del centro de mi voz, del ritmo y/o entonación de mis palabras. Antes, antes me daba. Entrar a un lugar, ponele, y malsonantear -permítaseme la invención lingüística- el ambiente, con mi tonada rioplatense. Ahora piso firme y me declaro desde el primer momento hilo musical argentino, o de industria nacional, o como quieras llamarlo, lector avesado, al hecho factual de que se es argentino de pura cepa, de los pies a la cabeza. Llevo el llano de la pampa en el horizonte oxipital y el paisaje sarmientino en mis más profundas imágenes, esto ya no quiere más ser obliterado, never ever. No es que en algún tiempo quise ocultarlo, no no, que va que va, don´t get me wrong dear reader, es solo que capaz ponele antes iba un poco así tipo perdida, extraviada, dudosa de mi ser nacional, intentando encontrar la índole de mi corazón. Ahora, desde que he probado reduce fat fast siento que la vida tiene otro color, azul y blanco si se quiere. No hago más que cantar Baglietto y Silvina Garré y llevar el río marrón en mis pupilas con la felicidad del perro que mueve la cola. Ya no es novedad ser argentino en el mundo, y yo, yo, humilde cuerpo pampeano, festejo en silencio mi esencia nacional. Ni de Buenos Aires ni de Rosario, de las mismas entrañas del sur santafesino, aguante Juan de Garay, que creo que era vasco, de cuando la ETA no existía. Ejem.

13.1.07

Does the consumerism make you happier?

5.1.07

YO NO SOY ROSARINA

Cuando me preguntan de donde soy digo de Rosario pero al cabo de unos segundos rectifico... nací en Rosario, pero no soy de ahí, soy de un pueblo muy chiquito que se llama Peyrano. Es que no me considero rosarina aunque tranquilamente podría decirlo sin que nadie piense lo contrario. En Londres conocí a una chica francesa que decía ser de París pero después hablando y hablando (por cierto, su inglés era muuuuy malo) resultó que era de las afueras pero que se había ido a París a estudiar ya de más grande. Yo no soy de Rosario. Mis primos son de Rosario, pero no yo. Yo soy de un pueblo muy mal conectado con la ciudad, lejos de todo, al sur, al muy sur de Santa Fe, pero Rosario, no, de Rosario no. Nunca fui ni sería de Rosario, igual que tampoco soy de Barcelona, o de Londres, lugares que me inspiran simpatía y con los cuales adhiero en más de una característica, pero en los que me siento tan foránea como perdida. Mis recuerdos de Rosario van de la mano de mis años de universitaria, los primeros exámenes, el miedo a la ciudad, los primerísimos trabajos para poder comprarme vaqueros éfesis, o uniform, mis primeros atados de cigarrillos. Eso es Rosario para mí, una referencia para decir que soy de un lugar que pocos conocen, donde no hay ni cines ni río, ni idiomas ni accesos directos. Yo no soy rosarina, no.

toreros muertos

Una vez una chica inglesa de padre iraní y madre escosesa me dijo que los argentinos le gustaban porque éramos como los españoles pero sin la cultura del rodeo y los toros. Yo le dije que conocía a muchos españoles, bueno, catalanes, que estaban en contra de las corridas de toro, at all, y ella me dijo, sí?, y agachó la cabeza. Ella tenía un novio argentino que era medio drogadicto, o que tenía una vida bastante oscura, y que había conocido en Salamanca. El nombre de la chica era Charlotte, muy inteligente, de un metro cincuenta y cinco y rasgos no-sé-de-donde-soy que la hacían bastante atractiva. Así somos muchos ingleses, me decía, sin raíces ni destino, y yo, callada, pensaba en que a veces la gente presupone muchas cosas y que la vida es mucho más intensa de lo que parece. Y que aquel que no se anima muere de a poquito hasta transformarse en nada. O muere de golpe, ensartado por un cuerno de toro. Uy.

Llamalo como quieras

Una vez agarré este camino sola, sola sola sola, sola con mi alma y toda la digamos parte física, que serían los huesos, los riñones, la garganta y los dedos metidos en los bolsillos de un abrigo de media estación. Una vez agarré este camino sola, con una mochila bastante pesada y el corazón solo como un aguacil. No lloraba. Sin embargo, no lloraba. No lloraba porque aprendí a hacer del potencial llanto un olvido para adentro, y la compasión de la gente que pasaba dejaba de importarme. Era un camino muy largo, verde, y
vasto y nada de lo que caminaba me pertenecía y eso provocaba en mí un sensible gozo. Hay en la tristeza una llana satisfacción dormida y si bien mi cara era la de una persona triste en mi alma había durmiendo una paz un poco muerta que me hacía sentir viva.
Hoy quería decir además que estoy fervientemente en contra de los okupas y de las drogas. Gracias. Ah, y que la gente con la edad se vuelve más estúpida. Hasta otra.