5.1.07

Llamalo como quieras

Una vez agarré este camino sola, sola sola sola, sola con mi alma y toda la digamos parte física, que serían los huesos, los riñones, la garganta y los dedos metidos en los bolsillos de un abrigo de media estación. Una vez agarré este camino sola, con una mochila bastante pesada y el corazón solo como un aguacil. No lloraba. Sin embargo, no lloraba. No lloraba porque aprendí a hacer del potencial llanto un olvido para adentro, y la compasión de la gente que pasaba dejaba de importarme. Era un camino muy largo, verde, y
vasto y nada de lo que caminaba me pertenecía y eso provocaba en mí un sensible gozo. Hay en la tristeza una llana satisfacción dormida y si bien mi cara era la de una persona triste en mi alma había durmiendo una paz un poco muerta que me hacía sentir viva.
Hoy quería decir además que estoy fervientemente en contra de los okupas y de las drogas. Gracias. Ah, y que la gente con la edad se vuelve más estúpida. Hasta otra.

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