14.2.07

El zoológico del metro

Hacía digamos como dos meses que no usaba el metro y hoy por escases de buses en la ciudad mucha gente como yo tuvo que rebuscárselas con el metro. A la tercer parada comienzo a sentir un olor particularmente fuerte y al cabo de unos segundos un hombre gordo se me sienta al lado, ufff por dios, no pude evitar toser y fruncir el seño y claro, apartarme un poco de la fuente del olor, inhumano (por otra parte): el señor gordo y sucio que se me había sentado al lado. La gente me miraba, pobre, y lo miraba al hombre como no queriendo mirar. Me paré al cabo de unos instantes y me quedé de pie, aunque faltaban algunas estaciones, para recomponerme del shock (permítaseme). Miro raudamente a mi derecha y veo un sitio libre, esta es la mía, pensé, y cuando voy a mirar al muchacho sentado al lado un escosor me recorrió el cuerpo, tenía la mirada como ida y unas maneras definitivamente andróginas, sin religión ni rumbo, y con una expresión de doy para todo que no puedo negar me perturbó. Acá me quedo, pensé mientras miraba justo enfrente del ser tan extraño que había frustado mi intento de sentarme. Un sitio libre, al lado: una mujer normal, aunque en la casa se vista de dama de la corte francesa del siglo XVIII en el metro parecía del montón, perfecto, esta es la mía hasta la próxima parada. Y me senté. Preparado para bajar, justo enfrente y a mi izquierda, habían dos hombres claramente moriscos, charlando sobre asuntos oscuros, me apresuré, vistiendo uno un jean ajustado y una chaqueta muy femeninas, madre mía, dije entre mí, esto es un zoológico humano en la hora pico, me reí y me ajusté el bolso al pecho, a ver si a alguno se le sale el indio, como en la pampa. Saludos a Nico.

1 comentarios:

sin gins said...

diosaaaaaa! quiero conocer a la mina esa que en su casa se viste de dama de corte del S XVIII!!
toda la onda pebeta, un beso!