Amigos, amigas y demás enseres, agarré el paño amarillo para desempolvar los adornos del estante principal de la casa y acá estoy; bienvenidos a todos a otro post más de todos queremos ir a londres. El tema de hoy es el escozor existencial que me corre por la columna cuando veo imágenes como las de la foto. Y sí amigos, acá en Londres esto es pan de cada día. Estas mujeres extraordinarias a veces van de a tres, de a cuatro, todas unidas por el mismo ideal: Mahoma y Corán. Qué reto, cuánta satisfacción!. Cada vez que me cruzo con ellas por el barrio (lo que ocurre varias veces al día) no es miedo lo que siento. No es lástima. Es más bien una sensación de indignación mezclada con rabia. Los musulmanes quieren un mundo dónde el único papel de la mujer sea el de procrear, hacer las compras, las gestiones de la casa y mantener el hogar abastecido, ése es el mundo que ellos quieren. Y a mi ese mundo no me gusta. No solo que no me gusta sino que me parece injusto, sucio y humillante. Yo no me creo ese mundo sin límites que intentan vendernos desde tantos lugares, pienso que hay barreras que no pueden cruzarse. Y a las de la foto se les ve algo de piel, he visto algunas que tenían solo un tajo horizontal a la altura de los ojos, claro, no vaya a ser cosa que no puedan ver.